El Gran Hermano mexicano...

Allá por el año de 1795 en la ciudad de Lyon, Francia un dentista inventó unas historias que se representaban en su gabinete, con marionetas de guante que se movían detrás de un mostrador, para entretener y hacer olvidar el dolor a sus pacientes.
Hoy, en el siglo XXI se sigue utilizando esa técnica, sólo que en vez de guantes usan personas, y en vez de gabinetes, la televisión.

En 1984, Orwell plantea una sociedad controlada por medio de telepantallas en las cuales se transmite lo que es bueno o malo, en pocas palabras; el Gran Hermano logra hacer que la sociedad piense como el quiera.
¿Quién le dio el poder al Gran Hermano de controlar de este modo a la sociedad? La sociedad misma.

Televisión Vía Satélite, que mas tarde se convertiría en Televisa, era creada en México en los años 50. El gobierno le concedió la conceción al Sr. Emilio Azcárraga Vidaurreta. No era de extrañarse que Miguel Alemán y Azcárraga Vidaurreta llevaran tan buena relación.
En esos momentos nació la dinastía que sería el Gran Hermano de México.

México es uno de los países mas analfabetas, pero para ver la televisión no necesitas saber leer. Así es como la dinastía que “hace televisión para jodidos” transmite mensajes del Estado hacía la sociedad. Hasta que llegó el momento en que la televisión se hizo mas fuerte que el Estado.

Años mas tarde, nuestro amigo Salinas privatiza Imevisión para dársela al otro amiguito Salinas, Salina Pliego.

Así se concretan mis miedos mas grandes, El Gran Hermano compuesto de dos personas, de dos familias que deciden que valores éticos, que forma de pensar, que estándar estético y que demás usos y costumbres tendrá el pueblo mexicano. Y nuestro pueblo indígena se transforma en, como decía mi profesor de literatura, gringuitos de segunda.
No sólo eso, sino que también deciden el futuro político. Cada seis años se subasta la silla presidencial, al que gaste mas dinero en su campaña, campaña que los dará a conocer al pueblo que mas tarde votará por ellos; dinero que se va a la cartera del Gran Hermano.
Si no sales en la tele, no sales en la política.

No nos queda de otra, dejemos al Gran Hermano que nos gobierne, así como lo ha hecho los últimos cincuenta años.